escribe mujer

...ordenar todo con palabras...

lunes, 28 de junio de 2010

La Muchacha

La muchacha está entre los árboles, entre las manzanas, entre el desconcierto. Ríe, llora, habla y calla. En este preciso momento el árbol se corre, la muchacha queda inmóvil, la soledad es la soledad. Las manzanas se pudren, se mueren. Los gusanos corroen todo a su paso, colocan capullos, crean mariposas.
La muchacha está quieta, serena, blanca, muerta. El desconcierto esta presente aunque se camufle entre la nada. Ella con sus manos frías busca la certidumbre que no está y nadie le ha dicho, porque nadie dice nada, todos se marchan.
La muchacha se levanta, se mueve, busca… pero nadie hay y nadie hubo después de que todos no estuvieron. Ella no hace nada, ahora no ríe, no llora, no habla y calla todo.
Por fuera la muerte, el frío, la daga. De su sangre beben las manzanas, los árboles y el desconcierto. Ella corre, la sangre fluye. ¿Quién sabrá decirle si esta muerta o viva mientras corre? ¡Nadie! O todos…
Ahora come una manzana, aplasta un gusano, riega un árbol, descubre una certeza.
Ahora hay fuego, todo se disipa, la muchacha corre, huye de las llamas, se evapora, huele a humo. Descubre a ellas, las peinadas, las pintadas, las arregladas. Quieren que ella beba su sangre. Ella se niega, se despeina, se reusa. Todos se marchan.
La tinta se mezcla con su sangre. Ya no es roja, ni azul, ahora es púrpura. Nadie quiere beberla, da miedo. Ella se siente sola, solitaria en su soledad.
No esta sola, pero no lo ve. El la mira pero ella no lo ve, ya no ve. El tiene los ojos de ella en sus manos. Sigue muerta, ya no corre, esta agotada, sigue fría. Sus ojos lo miran, la vida crece, su sangre púrpura es azul, es roja, es blanca. Los ojos en su lugar, los brazos abrazan a aquel que la mira, las manos de él en su corazón que hace palpitar.
Ya no esta fría, ahora esta tibia. Comienza a caminar lentamente. Se tropieza, se levanta. Sus rodillas están raspadas, torpe toda, no sabe caminar bien. A veces se siente sola, vuelve a morder alguna manzana.
Ahora es eterna y vaporosa. Descubre sus pies, baila, eleva su pollera. Mira al sol, lastima sus ojos, quiere ver las estrellas.
Descubre al pájaro azul, lo ama, lo anhela, lo piensa. El pájaro la lleva a volar, le muestra su jaula, la desarma, bebe su sangre y la encierra. Ella llora con sus dos ojos, luego con uno, hasta que el ojo sangra y ya no llora. El que la mira vuelve a rescatarla, abre su jaula, hace que beba de su sangre, la arma.
Ella ahora vuela, vuela lejos, pero le teme a los pájaros, y más a los azules y a las jaulas. Quiere volver a sentir eso que sintió o no sintió cuando descubrió al maldito pájaro. Llora, ríe, habla. Por su sangre las palabras son sangre, que se mezclan con la tinta y con la música. Ahora vuela, corre, camina, ve.

Cesia.

2 comentarios:

  1. Qué bonito todo este espacio. Muy muy muy lindo. Muy estético. Muy agradable de leer y de quedarse. Esto lo había leído. Y cada vez nos encuentro más parecidas.

    Brindo para que siga estando prohibido no imaginar, no pensar, no ser libre (y agrego: no divertirse). Pero también celebro más aún las afirmaciones: para que esté permitido imaginar, pensar y ser libre.

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  2. Y no se si debe ser la locura, pero me vienen a la cabeza unas palabras que quizás debas conocer:

    "Nada irreal, o sea: todo real, o sea: PROHIBIDO DIVERTIRSE"

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